LABORATORIO DE REFERENCIA DE LOS PRINCIPALES ZOOLÓGICOS, CLÍNICAS Y ESCUELAS DE MEDICINA VETERINARIA EN CHILE
Thursday, September 13, 2012
DIROFILARIA IMMITIS EN CHILE
Los hallazgos de microfilarias en frotis sanguíneos en este laboratorio, se han verificado en algunos pacientes caninos que provienen de países en donde esta parasitosis es endémica. No obstante, también fue diagnosticada mediante un hemograma solicitado a un canino callejero adoptado. Esta situación nos hace suponer que se trata de una enfermedad emergente en nuestro país, el que hasta la fecha ha sido considerado libre de dirofilariosis, siendo ésta de particular interés por su carácter zoonótico. Ante esto, consideramos relevante que los Médicos Veterinarios que atienden a carnívoros domésticos y de exhibición en los zoológicos, reconozcan los signos clínicos asociados a esta enfermedad; que la autoridad sanitaria disponga los sistemas de control para el ingreso al país de los animales hospedadores y difunda los protocolos de notificación epidemiológica para los casos confirmados. También es fundamental que los laboratorios clínicos veterinarios estandaricen los métodos de diagnóstico específico.
Se reproduce, a continuación, un resumen de la revisión bibliográfica publicada por la Dra. M. V. María Paz Muñoz Gajardo de la Universidad Austral de Chile. (Acceder al texto completo)
Dirofilaria immitis, es un nemátodo filaroídeo que provoca la “enfermedad del gusano del corazón”. Tiene una amplia distribución mundial, siendo endémica en todos los países de Sudamérica, excepto en Chile.
Es un nemátodo filiforme y cilíndrico, de color blanco, en sus formas adultas posee una cutícula con estriaciones transversales y longitudinales. Las hembras miden de 13,5 a 30 cm de largo y de 1 a 1,3 mm de diámetro. Los machos son de menor tamaño, miden 9,5 a 20 cm de largo, con 0,7 a 0,9 mm De diámetro. Su extremo posterior termina en espiral. Las microfilarias en promedio miden alrededor de 308μm de largo (con un rango de 295 a 325μm y 5 a 7,5μm de ancho, fusiformes, el extremo cefálico es ahusado y el extremo caudal puntiagudo y recto, no poseen vaina. Las microfilarias se encuentran todo el tiempo en la circulación periférica, pero para facilitar la transmisión, aumentan su concentración a la hora en que su vector se alimenta, a esta característica se llama periodicidad. Los mosquitos vectores pertenecen a la Familia Culicidae. Los culícidos son mosquitos pequeños, poco voluminosos y de patas largas (zancudos), vectores de la malaria, filarias y virus.
El principal hospedador definitivo y reservorio de la dirofilariosis, es el perro doméstico, pero también se incluyen cánidos salvajes como coyotes, lobos y zorros. Otros posibles huéspedes definitivos alternativos son el gato doméstico, mustélidos (hurones) y leones marinos de California, en los cuales hay desarrollo completo del parásito pero con una parasitación de baja intensidad y generalmente amicrofilarémica.
En algunos sectores de Chile, se dan las condiciones medioambientales y biológicas como para que se complete el ciclo de esta parasitosis y, por lo tanto, se puede considerar un país potencialmente en riesgo de infección. En los climas áridos del norte de Chile (I, II y III Región), se dan las condiciones de temperatura, pero no las de humedad. Sin embargo, las aguas estancadas en esas regiones semiáridas pueden permitir el desarrollo de las larvas de los mosquitos. En el norte chico (III, IV y V Región), la Región Metropolitana y la zona central (VI y VII Región) se dan las condiciones de temperatura y humedad durante gran parte del año o durante los meses de verano, lo que posibilitaría la sobrevivencia de vectores y el desarrollo del parásito.
A la fecha en Chile, no se han publicado trabajos sobre la existencia de un huésped intermediario que permita el desarrollo del parásito hasta su forma infectante. Sin embargo, el parásito podría adaptarse a los culícidos que sí están presentes, o eventualmente podría introducirse alguna de las setenta especies de mosquitos que actúan como hospedadores intermediarios y vectores biológicos de D. immitis.
Es de importancia que los Médicos Veterinarios chilenos tengan una mejor percepción de una parasitosis de índole mundial, que además es una zoonosis afortunadamente asintomática y, más aún, si existe la posibilidad que ingrese al país. Igualmente es trascendente que el profesional esté capacitado como para enfrentar una enfermedad emergente, saber controlarla y convertirla en un mal menor.
El diagnóstico de la infección en perros, se basa por lo general, en la identificación de microfilarias de D. immitis en una muestra de sangre o en la detección de antígenos del parásito adulto en sangre, suero o plasma, incluyendo siempre un examen físico.
La dirofilariosis podría sospecharse en perros de más de 2 años de edad que viven, o han vivido, en áreas endémicas, con alteraciones del aparato respiratorio como tos crónica, disnea de esfuerzo
o intolerancia al ejercicio, estertores, hemoptisis y alteraciones cardiovasculares como lipotimias o soplos cardiacos.
La identificación de microfilarias en sangre periférica, tiene una sensibilidad de 75% en animales que no están recibiendo tratamiento profiláctico con avermectinas.
Dentro de las técnicas de concentración habitualmente utilizadas para la detección de microfilarias se menciona la sedimentación mediante la técnica de Knott modificada y la filtración. Ambas técnicas de concentración son 50 a 90% más sensibles que el frotis sanguíneos directo. Sólo entre el 70 y el 80% de los perros infectados tienen microfilarias circulantes, por lo tanto, las pruebas de antígeno son muy superiores en la detección de parásitos adultos y son casi 100% específicos (es decir, prácticamente no hay ningún resultado falso positivo), por lo que deben utilizarse siempre como método screening de elección para la evaluación rutinaria.
Hematología: El hemograma es normal en la mayoría de perros con dirofilariosis clínica, puede presentarse un leucograma de estrés o una respuesta inflamatoria pronunciada, siendo habitual encontrar linfopenia entre leve y moderada. Las alteraciones hematológicas posibles de encontrar son:
• Anemia: alrededor de un 10% de los perros con dirofilariosis leve tiene anemia normocítica normocrómica. Entre el 50 y 60% de los perros con enfermedad grave presentan una ligera anemia no regenerativa normocítica hipocrómica, con un valor de hematocrito de 10 a 30%, excepto en animales con síndrome caval que presentan hemólisis. La vida media de los eritrocitos en perros asintomáticos es normal (25 días), pero se reduce a 15 días en perros con hipertensión pulmonar y a 11 días en animales con dirofilariosis grave.
• Eosinofilia: se encuentra en cerca del 85% de los perros con microfilarias circulantes y en el 95% de los perros amicrofilarémicos, debido a la destrucción de las microfilarias por la respuesta inmune.
• Basofilia: la dirofilariosis es la causa más habitual de basofilia en regiones endémicas. La basofilia junto con eosinofilia es un elemento sugerente aunque inespecífico de la enfermedad, pero en el 50% de los casos hay eosinofilia sin basofilia.
• Neutrofilia: generalmente hay aumento de la concentración de segmentados y monocitos y los recuentos plaquetarios decaen, en especial después del tratamiento adulticida. Los casos de leucocitosis son consecuencia del aumento de materiales extraños derivados de la fagocitosis de las filarias muertas y de las infecciones establecidas a nivel pulmonar, principalmente en las áreas lesionadas por tromboembolismo.
Perfil de coagulación: se altera significativamente en casos de tromboembolización grave, hay consumo activo de las plaquetas, fibrinógeno y otros substratos de la coagulación, pero la trombocitopenia relativa que se puede generar durante la enfermedad, se relaciona con el hecho que las plaquetas se adhieren a las superficies subendotelial lesionadas.
Bioquímica sanguínea: La concentración sérica de albúmina suele ser normal. La presencia de hipoalbuminemia es una situación crítica, ya que puede ser indicio de una glomerulopatía seria (amiloidosis o enfermedad por inmunocomplejos) indicativa de un daño renal progresivo irreversible, insuficiencia hepática grave o pérdida enterohepática de proteínas. Las complicaciones hepáticas y renales derivadas de la dirofilariosis pueden ser evaluadas con los perfiles bioquímicos respectivos.